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a�os, puedo encajarte tres veces el espolón.
IRIS.-�As� revientes, viejo est�pido, con tus palabras!
PISTETERO.-�Te marchas o no? �Largo de aqu�!
IRIS.-Ten la seguridad de que mi padre pondr� fin a tus
insolencias.
PISTETERO.-�Ay, qu� miedo! �Vuela, vuela, vete a turbar con el
humo y el holl�n de tus rayos a otros m�s jóvenes que yo!
EL CORO.-Queda prohibido a los dioses, hijos de Zeus, el paso por
nuestra ciudad, proh�bese tambi�n a los mortales, cuando les ofrezcan
sacrificios, que hagan atravesar por aqu� el humo de sus v�ctimas.
PISTETERO.-Es extra�o que el heraldo que envi� a los hombres,
a�n no est� de vuelta.
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Nombre de un p�jaro y de un gigante.
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UN HERALDO.-(Que llega con una corona de oro.) �Oh, feliz
Pistetero! �Oh, sapient�simo! �Oh, celeb�rrimo! �Oh, hermos�simo! �Oh,
felic�simo! �Oh ...! D�jame hablar.
PISTETERO.-�Qu� est�s diciendo?
EL HERALDO.-Todos los pueblos, admirados de tu sabidur�a, te
ofrecen esta corona de oro.
PISTETERO.-La acepto; pero �por qu� los pueblos me confieren
tan se�alado honor?
EL HERALDO.-T� no sabes, ilustre fundador de una ciudad a�rea,
la inmensa estimación en que te tienen los mortales, y la afición
extraordinaria que se ha desarrollado por este pa�s. Antes de que echases
los cimientos de esta c�lebre ciudad, todos los hombres, atacados de
lacoman�a, se dejaban crecer el cabello, ayunaban, iban sucios, viv�an
socr�ticamente, y llevaban bastones espartanos; ahora ha cambiado la
moda y les domina la man�a por las aves, complaci�ndose en imitar su
modo de vivir. En cuanto apunta el alba saltan todos a la vez del lecho y
vuelan, como nosotros, a su pasto habitual; despu�s se dirigen a los
carteles y se atracan de decretos. Su man�a por las aves es tan grande,
que muchos llevan nombres de vol�tiles; un tabernero cojo, se llama
perdiz; Meuipo, golondrina; Opucio, cuervo tuerto; Filo, cles, alondra;
Teógenes; ganso-zorro; Licurgo, ibis; Querofón, murci�lago; Siracosio,
urraca y Midias se llama codorniz, porque, en efecto, tiene toda la traza
de una codorniz muerta de un porrazo en la cabeza. La pasión por las
aves hace que se canten versos, donde es de rigor hablar de golondrinas,
de pen�lopes, de gansos, de palomas o, por lo menos, algo de plumaje.
As� anda la cosa. �Ah!, te advierto que pronto vendr�n aqu� m�s de diez
mil personas pidi�ndote alas y garras ganchudas; por consiguiente, ya
puedes hacer provisión de plumas para los nuevos hu�spedes.
PISTETERO.-Entonces no hay tiempo que perder. Anda,
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llena de alas todos los cestos y cestillos, y dile a Manes72, que me los
traiga aqu�. Yo me encargo de recibir a los que vengan.
CORO.-Nuestra ciudad no tardar� en llamarse �La Populosa.�
PISTETERO.-�Que la fortuna nos favorezca!
CORO.-El amor a nuestra ciudad se propaga.
PISTETERO.-(A1 esclavo.) Trae eso pronto.
CORO.-�Qu� falta en ella de cuanto puede hacer grata su mansión?
Aqu� se encuentran la Sabidur�a, el Amor, las Gracias inmortales y el
pl�cido semblante de la querida Paz.
PISTETERO.-�Qu� calma, justo cielo! Trae eso pronto.
CORO.-S�, traed pronto un cesto lleno de alas; y t� hazle moverse
a palos, como lo hago yo; es m�s pesado que un asno.
PISTETERO.-S�, Manes es un perezoso.
CORO.-T�, pon en orden esas alas, las musicales, las prof�ticas, las
mar�timas. Procura despu�s que cada cual se lleve las que le convengan.
PISTETERO.-(A Manes) �Ah, lo juro por los cern�calos! Esta no te la
perdono, si contin�as tan perezoso y tardón. (Golpea a Manes y �ste
huye.)
UN PARRICIDA.-�Qui�n fuera el �guila de alt�simo vuelo para
cernerse sobre las ondas cer�leas del est�ril mar!
PISTETERO.-Veo que el mensajero dijo la verdad; ah� viene no s�
qui�n cantando a las �guilas.
EL PARRICIDA.-�Oh, nada tan delicioso como volar! Yo adoro las
leyes de los p�jaros; la afición a las aves me enajena; yo vuelo, yo quiero
vivir con vosotros; me apasionan vuestras leyes.
PISTETERO.-�Cu�les? Porque las aves tienen muchas clases de
leyes.
EL PARRICIDA.-Todas; pero principalmente una en virtud de la
cual es l�cito a un p�jaro morder a su padre y retorcerle el pescuezo.
PISTETERO.-Es verdad; nosotros tenemos por muy valiente al que
pollito a�n, le pega a su padre.
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Nombre de esclavo.
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EL PARRICIDA.-Por eso he emigrado a esta región; deseo
estrangular a mi padre para heredar todos sus bienes.
PISTETERO.-Pero tenemos tambi�n otra ley inscrita en la columna
de edictos de las cig�e�as: �Cuando la cig�e�a haya criado a sus hijos y
los haya puesto en disposición de volar, �stos tendr�n a su vez obligación
de alimentar a sus padres.�
EL PARRICIDA.-�Pues bastante he ganado con venir, si tengo que
sostener a mi padre!
PISTETERO.-No, no; ya que con tan ben�volas intenciones has
acudido a nosotros, te emplumar� como conviene a un p�jaro hu�rfano.
Adem�s, pobre joven, te dar� un buen consejo que aprend� en mi ni�ez.
No maltrates a tu padre; coge esta ala en una mano y ese espolón en la
otra; fig�rate que tienes una cresta de gallo, y haz guardias; vete a la
guerra, vive de tu estipendio, y deja en paz a tu padre. Ya que eres tan
belicoso dirige tu vuelo a Tracia y combate all�.
EL PARRICIDA.-�Por Dionysos! Tu consejo me parece excelente, y
lo seguir�. (Se va.)
PISTETERO.-Obrar�s discretamente, por Zeus.
CINESIAS.-(Poeta ditir�mbico, saliendo.) Vuelo al Olimpo con
ligeras alas; y a su batir resuelto voy cruzando las sendas de la alegre
poes�a...
PISTETERO.-Este va a necesitar un fardo entero de alas.
CINESIAS.-Otras nuevas buscando,
Mi cuerpo y mi indomable fantas�a...
PISTETERO.-Un abrazo a Cinesias, el Tilo. �A qu� vienes dando
vueltas a tu pie cojo?
CINESIAS.-Quiero, ans�o ser ave,
Ser ruise�or, y con gorjeo suave...
PISTETERO.-Basta de m�sica, y expl�came tus deseos.
CINESIAS.-Ponme alas, pues anhelo subir por los aires
y recoger de las nubes nuevos cantos, a�reos y caliginosos. [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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